miércoles, 16 de diciembre de 2009

COMIC EROTICO: MONOS EN CELO



Mujeres exuberantes y potentes ejemplares masculinos, delineados por el magistral uso del aerógrafo, hacen fantasear a millones de seguidores del Noveno Arte. De vocación intransigentemente contestataria, los autores del cómic erótico defienden sus trazos y se oponen a la tijera y a la censura. Aquí proponemos una pequeña guía para no perderse en este laberinto de viñetas rebosantes de sensualidad.

Aunque para muchos sigue siendo cosa de niños, hace rato ya que la historieta ganó la mayoría de edad, entregando a la posteridad grandes obras de destacados maestros. Aun así, el mal llamado “cómic para adultos” suele ser identificado en forma simplista con pura pornografía, cuando entre sus diversas manifestaciones incluye desde el género policial al histórico, pasando por la ciencia ficción, el cómic de autor, el experimental, las adaptaciones literarias y un sinfín de expresiones creativas.

El erotismo, omnipresente en todas las artes, no podía quedar fuera del cómic. Y es que el cómic erótico existe y tiene a su haber artistas y trabajos importantes, alejados de la poco creativa pornografía, entendida como aquellas historietas sin contenido o audacia formal, que -al igual que su bastarda parienta cinematográfica-, se dedican solamente a la exhibición de miembros erectos, vulvas hambrientas y coitos constantes sin ninguna justificación narrativa.

Mujeres exuberantes y potentes ejemplares masculinos han desfilado en los cuadritos de múltiples historietas, llenándolas de sensualidad, pero, a la vez, de un aporte a la madurez del llamado Noveno Arte.

Ya en los años ‘40, cuando la aventura comenzó a proliferar en el trabajo editorial, aparecieron gallardos galanes y audaces heroínas que sugerían la vieja e inevitable atracción entre los sexos. Pero el férreo control impuesto por los syndicates (las empresas que distribuían las historietas en los periódicos) mantenía a Eros a raya. A lo más se insinuaban curvas turgentes bajo los trapos selváticos o los ropajes futuristas. Jane, la compañera de Tarzán, o Dale Arden, la pareja de Flash Gordon, eran las bellas en peligro que los héroes debían rescatar, pero también podían aparecer como mujeres de armas tomar, que luchaban por sus hombres.

Claro que en algunos países, debido a la férrea fiscalización de la moral a cargo de gobiernos opresivos, estas voluptuosas chicas de las historietas eran censuradas y simple y llanamente, se les “borraban” –literalmente- las curvas, para dejarlas planas y castas.

BARBARELLA Y VALENTINA

No fue hasta los años ’60, gracias a los vientos renovadores de la contracultura, la revolución sexual y los aires libertarios que recorrieron la sociedad entera, que el cómic también se destapó. Fue el tiempo en que recién el cómic era tomado en serio y se veía como un arte incipiente del gusto del público adulto. Uno de los primeros en demostrarlo fue el francés Jean Claude Forrest, el autor de la ya mítica “Barbarella”.

Heroína feminista intergaláctica (encarnada en el cine por Jane Fonda), Barbarella vivía peligrosas aventuras en el espacio a la vez que desprejuiciadas odiseas sexuales con los más diversos y extraños personajes. Inspirada en Briggite Bardot, fue “una puesta al día de la ingenua libertina, de Colette”, al decir del destacado especialista Roman Gubern, “con su desenvuelta y desinhibida sexualidad fruto de una candorosa moral más allá del bien y el mal, acorde con las propuestas mitológicas del arquetipo femme-enfant en la cultura de masas”.

La vanguardia del cómic europeo, donde primero se consolidó la idea de autor, dio cabida a grandes guionistas y dibujantes, como el español Enric Sió con “Mara” y el italiano Guido Crepax y su creación “Valentona”. Según el cineasta Carlos Saura, gran seguidor del trabajo de Enric Sió, “Mara es la plasmación de algo soñado donde un erotismo sadomasoquista campea respetuosamente sobre el limpio diseño y las tenebrosas oscuridades”.

En el libro “Guido Crepax”, suerte de autobiografía del autor francés, se describe así a su magnético personaje: “La encarnación de Louise Brooks, la soñadora masoquista, la fotógrafa dominante, la exhibicionista romántica, la bellísima andrógena, la dulce muchacha con el culo más bello del mundo (como “Justine”). La incomparable Valentina había nacido”.

En Estados Unidos, al calor del movimiento contracultural, avalado a la vez por el surgimiento del Pop Art, surgió un importante movimiento de cómic desprejuiciado, adulto y alejado de las grandes empresas editoriales. Su máximo exponente es el genial Robert Crumb, autor de vocación intransigentemente contestataria, y el creador de todo un símbolo de la lucha contra la hipocresía de su sociedad: “El Gato Fritz”.

Felino jaranero, promiscuo y vividor, Fritz vivía aventuras urbanas cargadas de sexo, drogas y alcohol. El gato y sus demás personajes, además de una serie de divertidas y corrosivas historias -muchas de carácter autobiográfico- ilustraron con un estilo satírico y grotesco el fetichismo, las fantasías y frustraciones sexuales de toda una generación.

UNDERGROUND

Cobijados en un principio en el mismo movimiento marginal, surgieron otros dibujantes que se inclinaron por el género de la fantasía heroica, con héroes llenos de músculos y testosterona y heroínas de una sexualidad exagerada que vivían desencantadas aventuras en mundos lejanos y exóticos. Con poca ropa y espada en mano, los caracteres de Fran Frazetta y Richard Corben, por ejemplo, dieron origen a un vasto imaginario que mezclaba el erotismo y la épica. En especial Corben, que con una técnica que privilegiaba el volumen a través del magistral uso del aerógrafo se ha impuesto como todo un maestro, lo que se puede apreciar en sus mejores obras llenas de mutantes, en especial la serie de Den.

Gaetano Liberatore, creador del personaje Ranxerox, describe así los personajes femeninos dibujados por su colega Corben: “Sus mujeres jamás son figuras de diosas abstractas... Son muy reales y encarnan el deseo más primario de todo hombre con sangre en las venas”.

Como explica Dennis Wepman en “Richard V. Corben y el Arte de la Fantasía” (“Historia de los Cómics”, Toutain Ed.), “su obra siempre ha mostrado la figura humana de una forma franca y voluptuosa, pero Corben nunca ha sido pornógrafo; en 1981, cuando le preguntaron si creía que su obra era erótica, se puso pensativo y contestó que “puede que sensual”.

Dentro del auge del manga o cómic japonés, se encuentra una serie de artistas que hacen un magistral uso del sexo para la realización de historietas de diversos géneros. Autores como Wataru Watanabe, Shiyoji Tomo, Kaori Asano y otros muchos, han podido dar cuenta de una irónica libertad en un medio algo restrictivo.

Con la única salvedad de no mostrar genitales, hay millones de páginas con las escenas de sexo más duro en las que un espacio en blanco o, al revés, una franja oscura, tapan lo justo y necesario. En enero un juez nipón, invocando un artículo del Código Penal, sentenció a un año de cárcel al editor de una publicación de manga, aduciendo que estas ilustraciones producen influencias nocivas para la moral sexual.

En Europa, son muchos los que han hecho del erotismo uno de los temas clave de su trabajo, llegando a experimentar en zonas más límites del género: el sadomasoquismo, la homosexualidad y el sexo duro. Es el caso de los italianos Eleuteri Serpieri y su saga de ciencia ficción “Druuna”, o Tanino Liberatore y su héroe cyberpunk “Ranxerox”, un androide en que la brutalidad es característica, ya sea en la violencia o el sexo.

En Francia, se puede encontrar desde las rotundas mujeres del picaresco Georges Pichard, hasta el sexo como arma intelectual que desarrolló Gerard Lauzier en sus obras llenas de cinismo y desvelamiento social.

En Estados Unidos, la refrescante sexualidad de “Little Annie Fany”, de Harvey Kutzman, convertida en un clásico de Playboy, o los experimentos límites de Howard Chaykin en “Black Kiss”, mezcla de sexo explícito, aventura policial y vampirismo, son dos exponentes del cómic erótico contemporáneo.

Dos de los más destacados artistas del cómic erótico se pueden encontrar a ambos lados del Atlántico. Sacando la cara por el continente sudamericano está el sin par Horacio Altuna, dibujante de mujeres perfectas en su sensualidad y de historias llenas de humor y situaciones donde la libertad sexual y el absurdo van de la mano. Es autor, en conjunto con el guionista Carlos Trillo, de historietas de gran calidad y contenido, donde el humor y el erotismo son una herramienta más de una lograda crítica social, desencantada y certera, como se puede apreciar en “El Loco Chávez” y “El Último Recreo”, entre otras. En el plano intrínsecamente erótico, Altuna tiene un serie de relatos cortos realizados para la revista Playboy y compilados en un par de libros con su lúbrica batería de mujeres despampanantes, activas y desprejuiciadas.

¡CLIC!

Otro de los grandes exponentes del cómic erótico es italiano, y ha logrado componer un universo propio, rico en lecturas y expresividad, donde la aventura interior se mezcla con la exterior. Las protagonistas de sus historietas son casi siempre mujeres, bellas hasta la exasperación, de cuerpos perfectos, cargadas de una sexualidad explosiva y a veces fatalista.

Como Claudia, que sólo puede expresar su arrebatador erotismo a través de un aparatito que controla a distancia sus impulsos en las cuatro partes de “¡Clic!”. O la inolvidable Miel, la protagonista de “El Perfume del Invisible” y otras historias, dueña de una sexualidad perturbadora, y que debe su nombre, como ella bien sabe demostrarlo, al peculiar sabor de su sexo.

El erotismo alevoso, ornamental, juguetón, de Manara, tiene mucho de burla y nada de perversión, como un cuento del Decamerón o las exaltadas hazañas eróticas de Henry Miller”, escribió Juan Sasturain, eminente cómicólogo argentino. Y agrega sobre una de sus obras más exitosas y controvertidas, “¡Clic!”: “Una socarrona ironía recorre el relato lineal, aparatosamente explícito en su intención, disparatado en su mecanismo narrativo -el mágico aparatito- y mucho menos disparatado en su abierto e inteligente final. Reflexión jugosa, directa y divertida sin vueltas sobre la hipocresía y la represión sociales y los oscuros recovecos de la mente frente a la majestad del deseo”.

En el mismo texto, Sasturain agrega una reflexión que se hace extensiva a toda la obra de Manara, y de alguna manera, al cómic erótico en general: “Es claro que el objeto estético privilegiado de Manara, es el hermoso cuerpo femenino en celo, que la intención básica es la reivindicación soberana del deseo y sus derechos tan postergados (...) En ¡Clic! Hace una fiesta blanca con el cuerpo de Claudia, un espectáculo con su hermosa calentura. A su alrededor se escandalizan -nos escandalizamos- los verdaderos monstruos, la aparentemente saludable legión de voyeurs y perversos que conviven dentro de la historieta o vacilan en su lectura”.
(Publicado originalmente el 7 de febrero del 2004 en el diario La Nación)

MUJERES QUE QUIEREN ESTAR CON OTRA MUJER


La bisexualidad está de moda. En un afiche, en una publicidad, en una película. Quizás por eso se ha vuelto más común que una mujer heterosexual, tenga curiosidad por saber como es estar con otra persona de su mismo sexo. Aquí nos dan su testimonio.

Daniel Olave M.

“FUE UNA GRAN EXPERIENCIA”

Amelia tiene 26 años, estudió psicología, y se define como una chica muy normal. Es heterosexual, sólo ha tenido parejas masculinas, pero dice que siempre ha sido una persona muy curiosa, “en todos los ámbitos, y obviamente en el sexual”.

Ella tiene claro que “desde adolescente sentía la curiosidad por cómo sería estar con otra mujer, sin que esto se transformara en una obsesión o en algún motivo para dudar de mi orientación sexual, la que siempre he tenido super clara: me gustan mucho los hombres”.

Esta curiosidad, afirma, tiene más que ver con una cosa sensorial, de querer saber “cómo sería besar a una mujer, tocarla, el tipo de energía que se genera y por sobre todo que me pasaba a mí, a mi cuerpo ante las caricias de otra mujer. Mis ganas de hacerlo nunca fueron por el morbo, como algo sórdido. Ni menos por la moda o por la choreza de la transgreción o decir: ‘mira que soy progre soy capaz de meterme con otra mina’. Para nada, solo eran las ganas de explorar y reafirmar la libertad de mi sexualidad”, afirma.

Amelia cuenta con naturalidad que ha vivido esta experiencia en dos ocasiones, una mejor que la otra, dice, pero ambas “placenteras, respetuosas y con ene cuidado por la otra persona. La primera vez fue con una de mis mejores amigas. Siempre hablábamos del tema, pero nunca nos atrevimos hasta que se dio, fue en el contexto de un trío con mi pareja, lo que facilitó el cuento. Fue una gran experiencia, lo pasamos bien y después cero rollo. Somos tan amigas como antes, lo hablamos, no es un tema tabú entre nosotras, nos acordamos siempre... es como haber compartido tu primera borrachera con tu amiga de adolescencia”.

Sobre las consecuencias de estas experiencias es muy tajante: “No las veo ni como traumáticas o algo de lo que me avergüenzo y prefiero borrar. Ni tampoco como tan trascendentales dentro de mi vida. Son solo parte de explorar, de un proceso de autoconocimiento que nunca se acaba y de un ejercicio pleno de mi sexualidad.

No quiero decir que todas las chicas deban hacerlo. Para mi estuvo bien, no me cierro a la posibilidad de volver a hacerlo ya sea en un trío o bien sola, y tampoco siento que entré al club de los bi por esto. Sigo tan hetero como siempre o más, porque si algo confirmé es que prefiero mil veces estar con un hombre”, afirma la joven.

“NO ME NIEGO A LA BISEXUALIDAD”

Alejandra Valle es periodista, ha trabajado en “Primer Plano”, “Buenos Días a Todos” y actualmente, en “En Portada”. “Hay pocas cosas más cool que ser bisexual en el siglo XXI”, escribió en una columna en el diario “La Nación”, la cual tuvo curiosos efectos. “Me llamaron hombres y mujeres. Encontré como lógico que me buscaran mujeres, y de hecho tuve algunas ofertas concretas. Además, me llamaron y mandaron mails, hombres que no veía hace mucho tiempo. Parece que la foto les había excitado. O sea, prácticamente pasé a convertirme en sex symbol”, dice sonriendo.

“Lo que pasa es que la homosexualidad femenina no es muy aceptada”, reflexiona sobre el tema. “Socialmente es más aceptada la masculina. Pero estéticamente, es mucho más atractivo ver dos mujeres besándose o juntas. Incluso para las propias mujeres. Pero es distinto si saben que dos mujeres son lesbianas. Ahora eso tiene mucho que ver con la ignorancia y los prejuicios sobre el tema, ya que la mayoría asocia a las lesbianas con la imagen de la mujer “amachotada”, pero también las hay muy femeninas”.

“Yo de verdad creo que ya soy una mujer madura”, dice.”He tenido parejas, tengo un hijo, y actualmente me fijo en las personas, no en el sexo. Si conociera a una mujer que me produjera algo, no me niego para nada a la bisexualidad”.“Son varias cosas distintas en todo caso”, aclara Alejandra. “Una cosa sería por la pura experiencia sexual, por experimentar. Tiene que ver con la etapa que estoy viviendo y eso es algo que me atrae más.

Otra cosa sería una relación con una mujer propiamente tal, aunque no me cierro a esa posibilidad si es que me llegara a enamorar. Pero no lo creo, sinceramente. Me gustan demasiado los hombres. Ahora, si estuviera con una pareja masculina y los dos nos sentimos atraídos por una mujer, también existe la posibilidad del trío. Y eso es algo que he conversado”.

"LAS MUJERES ME PARECEN MUY ATRACTIVAS”

Manuela, al igual que Alejandra, -profesional de rubro audiovisual- tiene la curiosidad y siente que tarde o temprano probará de que se trata. No hay ninguna indefinición sexual en su vida. Tiene las cosas super claras, 28 años y le gustan los hombres. Pero no puede dejar de admirar a otras mujeres si son atractivas.

“Eso me parece super normal. O sea, si uno ve a la Fernanda Urrejola en esos afiches gigantes de la leche, uf”, comenta. Tiene claro también que muchas veces esto del coqueteo entre mujeres es parte de un juego de seducción con los hombres.

“De todos los hombres que conozco, más del 85% tiene como principal fantasía erótica estar en un trío con dos mujeres. Esa imagen de dos minas juntas los excitan. Pero no estoy ni ahí con cumplirle la fantasía a ningún huevón machista.”Por eso, dice, si se llegar a dar la posibilidad de un encuentro sexual con otra mujer, “sería las dos a solas, sino no serviría de nada. No buscaría experimentar, sino más bien enfrentar la realidad: las mujeres me parecen sumamente atractivas y me excita ver a dos mujeres en una película porno, por ejemplo.

Yo creo que muy pocas mujeres hetero se atreven a asumir esa realidad, por que les da susto, creen -al igual que la mayoría de los hombres-, que porque algo en el sexo opuesto les atrae, son homosexuales. Yo creo que una cosa no tiene que ver con la otra. Simplemente tengo una necesidad de vivir a plenitud mi sexualidad y eso no me convierte en lesbiana”, explica Manuela.Según dice, es algo que ha conversado muchas veces con sus amigas y hay varias que opinan igual. Incluso, alguna vez, ya adulta, se besó con alguna amiga. “Y no estuvo nada de mal”, afirma.

Amaya Forch:
“NO ME ATRAE ESTAR CON OTRA MUJER”

La actriz Amaya Forch fue la protagonista del telefilme “Amigas en Bach”, dirigido por Marcelo Ferrari (“Subterra”) para la serie “Cuentos Chilenos” de TVN a partir de un relato de la escritora Pía Barros. Allí encarnó a una mujer, cuyo esposo (Luciano Cruz Coke) intenta seducir a una amiga de ella (Romina Mena), sin saber que ésta es lesbiana. En venganza, el personaje de Amaya tiene un affaire con su amiga.

“El tema ha existido toda la vida, pero nos hemos hecho los ciegos un poco”, dice Amaya sobre la supuesta moda de la bisexualidad. ”Es algo que está super vetado y escondido y las que viven esa sexualidad están marginadas. Ahora hay una especie de destape, y sí creo que más que en los adultos hay una moda entre los jóvenes de la bisexualidad. Hay una cosa medio taquillera, y es que como no tienen a quien admirar, admiran a los rockeros y si sale Madonna besándose con Britney Spears, dicen ‘por qué no?. Y no se si es moda, pero sí es algo que se muestra más. Es una cosa netamente efectista y comercial, pero sí causa efectos.

La actriz agrega que a través de cosas que se conversan ha captado que hay una especie de “pequeño destape”, al respecto, “pero es un destape superficial”, acota. “Creo que para las mujeres que son lesbianas, esto es algo mucho más profundo que tener una relación sexual con una mujer. Eso de probar por probar, esa calentura de choreza, o decir ‘hay que loco que soy’, es algo muy superficial”.“Todo es legítimo en el plano sexual, mientras no le hagas daño a otra persona ni involucres a menores de edad”, dice la actriz, sobre las mujeres dispuestas a experimentar en este campo. “

Entre parejas o adultos con ganas de experimentar, cada uno puede hacer lo que quiera. Pero me refiero a esto de la moda. Si sale en la tele, es choro y entretenido”.“Sobre el tema de si a mí me atrae la idea de estar con otra mujer”, dice Amaya, “no es algo que me llame la atención. Y menos por moda. No lo haría nunca. Soy rebelde, así que si algo está de moda, yo hago lo contrario. Una vez una pareja me ofreció hacer un trío con una amiga mía y le dije que no. Específicamente porque yo no tenia ninguna ganas de coquetear con mi amiga para que él se excitara. Y porque para mi tampoco iba a ser agradable verlo con ella. No estaba dispuesta a exponerme emocionalmente en una situación que no sabía si podía terminar doliéndome mucho”.

(Publicado originalmente en Las Ultimas Noticias)

martes, 15 de diciembre de 2009

AMOR PROPIO: TESTIMONIOS DE PRIMERA MANO SOBRE LA MASTURBACION





A estas alturas debiera ser innecesario insistir en que la masturbación es normal. Que es parte de la vida sexual de hombres y mujeres, y que no produce ningún problema en la salud mental ni física de quienes la practican. Ni siquiera “en exceso”. Pero así y todo, hay quienes la ven como signo de inmadurez en la edad adulta. No nuestros entrevistados.

Por Daniel Olave

“Masturbarse es hacer el amor con la persona que más quieres “
Woody Allen


“Contar anécdotas de masturbación y hacer chistes sobre el tema, está bien, siempre y cuando se remitan a la adolescencia. Pero son pocos los que reconocen que la actividad continúa cuando eres mayor”, dice de entrada Miguel, publicista de 33 años. “Yo no tengo problema con eso. Y creo que la mayoría lo sigue haciendo, aunque no lo reconozca”.

En un país poco asumido en los temas sexuales, donde el desnudo todavía es noticia, la masturbación adulta sigue siendo tabú. Está bien si se es un adolescente despertando al erotismo y siempre habrá un facultativo abierto o un sicólogo moderno diciendo que es normal que niños y niñas lo hagan. Y que si es mucho, que mejor hagan deporte o piensen en otras cosas.
Pero ya nadie se atreve a asustar a los adolescentes con historias de pecado, pelos en las manos, retardo mental u otro argumento típico de las viejas campañas del terror. Aunque otra cosa es aceptar que hombres y mujeres adultos, con pareja estable, continúan con las prácticas onanistas, muchas veces, a lo largo de toda su vida.

“Lo tengo súper asumido. Es una forma de darse placer sin depender de nadie más. Y aunque desde que empecé mi vida sexual regular a los 18 años, casi siempre he estado emparejado, eso no me ha quitado lo pajero”, explica Miguel.

Antonio, otro profesional de 30 años, dice que pasó por una época de cuestionarse o arrastrar algo de culpa. “Cuando era más chico, era por una cosa religiosa. Y ya grande, porque me hacía sentir pendejo. Como que no podía ser que anduviera siempre con ganas de masturbarme si tenía pareja estable. Si vivía con alguien y menos si estaba casado”.

A diferencia del personaje de Boris Quercia en “Sexo con Amor”, a Antonio su propia pareja lo ayudó a superar ese rollo. “Un día llegó de improviso del trabajo y yo estaba tirado en la cama, masturbándome. Como estaba en pelotas, me fue imposible hacerme el loco, vestirme y todo eso. Simplemente mi mujer me pilló ‘con las manos en la masa’, literalmente. Me hice el cool, y la esperé. Y nada. Se rió, se sacó la ropa y se unió al baile. Y es que es una expresión de mi sexualidad. Nada más, ni nada menos”.

Claro que hay mujeres que no piensan así. Las hay que se molestan si saben que su pareja se masturba. “A veces lo he hablado con algunas amigas”, dice Macarena, de 22 años. “Y ellas dicen que si el pololo se masturba es porque ellas no lo satisfacen. Es como si les fueran infieles. Y yo creo que no tiene nada que ver. Es algo aparte”.

Eso, a pesar que esta chica, estudiante de comunicación, no practica el autoerotismo. “Tengo una vida sexual normal. Tengo pareja y no creo tener una tranca al respecto. Alguna vez lo intenté cuando chica y no pasó nada. Desde que estoy con mi actual pareja hace tres años, nunca he sentido la necesidad. Pero no lo veo como algo malo o sucio. Me parece más como una variante sexual, algo que nunca he hecho. Supongo que algún día le descubriré el gusto”.

AMAR AL PROPIO CUERPO

En una situación distinta está Mariela, de 24 años. Es virgen, pero se masturba. “Desde niños buscamos placer. En mi caso, se hizo más evidente desde los 14 ó 15 años, cuándo mi cuerpo comenzó a cambiar. La curiosidad comenzó a crecer y la necesidad de sensaciones nuevas se hizo cada vez más fuerte. Pero con el tiempo se ha transformado en una relación de amor con mi cuerpo. Conocerlo, quererlo, descubrirlo y sentir la capacidad de brindarme placer sin otro, que siempre es necesario pero no imprescindible”.

Según ella, “la masturbación no es un sustituto de algo que falta, que otro me tiene que dar y como ese otro no está me veo ‘obligada’ a dármelo yo misma. No es eso, es otra ‘relación’, y en el caso de tener una pareja, no voy a dejar de lado porque son espacios complementarios”.

“Cuando era más pendeja a veces me avergonzaba hacerlo y no se lo contaba a nadie”, continúa explicando Mariela. “Pero con el tiempo he ido sintiendo que es muy inherente a nosotros y no tengo problema en contarlo. El problema lo tienen los otros al escucharlo, porque para muchos la masturbación todavía es un tema masculino, como la sexualidad en general, o de mujeres muy urgidas. Pero filo, yo persisto y me ha ayudado a conocer mi cuerpo, quererlo, respetarlo y estar en comunión con él”.

Miguel es de los que piensa igual. “Incluso, podría decir que cuando estoy más sexualmente activo es cuando más me masturbo. Es como si estuvieras en un estado más erótico. Incluso, a veces, puedo tener ganas de masturbarme después de tirar, y no porque me quedé con las ganas. Es que simplemente es algo distinto. Una cosa personal. Una forma de estar bien con uno mismo.”.
Pero no todos parecen asumirlo con la misma naturalidad. Aunque les pasa lo mismo, más bien han tenido que rendirse a la evidencia.
Como Pablo, un periodista treintón: “Es cierto que siempre pensé que la paja se pasaba con el tiempo. La tranquilidad ante esa vana esperanza se me fue cuando estaba viendo Belleza Americana y el personaje principal reconocía que empezaba el día con una paja. Después encontré a Houllebecq en Plataforma, que tenía un personaje que se ahogaba a pajas. Todavía, y ahora que se aborda el tema, sólo puedo suponer que las pajas de adulto son pajas normales. Me queda claro que de adolescente no se puede vivir sin ellas. Pero de grande me pregunto qué se puede hacer si Marlene Olivari, la Sita Jeanette o las minas de Mekano andan todo el día mostrando su jugosa carnalidad”.

Xavier, un contador de 35 años, se confiesa: “Una vez un amigo me dijo que lo superaría al casarme, ya que el sexo con mi pareja sería el medio para superar tal impasse. Pero la verdad, no ayudo de mucho. Puedo tener sexo e igual tener deseos de masturbarme de vez en cuando. Siempre he pensado que soy paja-adicto”.

Los inicios de Xavier en el arte de la autoestimulación resumen una experiencia que tiene muchas coincidencias con la de varios entrevistados: “Comencé mi interés por tan loable deporte, desde que tenia 12 años, cuando me toco ver una competencia de pajas, en mi población natal. Se ponían cuatro giles a masturbarse y se apostaba quien llegaba más lejos. Traté de convertirme en un buen lanzador, pero era tan incontrolable el placer, que disparaba para cualquier lado”. Y remata diciendo: “He disfrutado de tan sublime placer los últimos 23 años. Pasé por etapas de remordimiento moral, el pecado y eso, pero la paja es más fuerte”.

EL ARTE SOLITARIO

La masturbación grupal o la competencia de pajas es una forma bastante común de iniciarse en el autoplacer. “La primera vez que vi lo que era masturbarse fue en una competencia en la que pude advertir que el desarrollo de otros dos compañeros ya había llegado. Eramos cinco y los otros tres no tuvimos otra que cagarnos de la risa, asombrados con el chorro ajeno. Fue la primera y última paja en grupo”, comenta Pablo, quien, con el tiempo, ha elaborado su propia teoría sobre la autoestimulación.

“Hay que reconocer en esta variante un espacio tremendamente creativo. Porque no es llegar y correrse una paja, ¡no señor! En cada una de ellas se condensa lo mejor del relato y la narración: presentación, acción y conclusión. Nadie se va de paja sin imaginarse un gesto, una palabra sutil, un momento clave o una transgresión. Insisto, hoy más que nunca uno es carne de paja. Se vive en un mundo virtual donde las respuestas deben ser inmediatas, y ante la calentura permanente a la que estamos sometidos, como bichitos de una sala de experimentos, como neurotransmisores dependientes de la señal, qué podría ser más eficaz para la angustia y la ansiedad”.

Curiosamente, las mujeres que accedieron a dar sus testimonios para este reportaje, tienen más resuelto el conflicto, superadas las culpas y asumida la naturalidad del asunto que tienen entre manos.
Juanita, parvularia de 42 años reflexiona en voz alta: “Si la pregunta es si se hace tanto en la adultez como en la adolescencia, la respuesta es un sí franco y absoluto. Creo que la diferencia tiene que ver con la calidad de tus relaciones sexuales o de tu vida en pareja. Para ponerlo de manera más prosaica, si te tienen satisfecha o no... La verdad es que si la frecuencia y el estándar de tus polvos es alto, uno no echa de menos la paja... Así de brutal”.

Y lo dice por experiencia propia: “Me masturbo desde los 4 o cinco años y durante los períodos en que mi vida sexual era un desastre, frustrada o muy discontinua, recurría seguido a la masturbación. Y con muchísima menor frecuencia cuando lo pasaba bien en la cama, como ahora. Pero para mí también es válida durante una relación sexual. Creo que también ayuda a liberar tensiones cuando el stress es galopante y no tienes un polvito ad portas. Relaja y estimula el sistema nervioso. Yo la recomiendo a ojos cerrados”.

CON PAREJA

Para algunas mujeres, la masturbación está plenamente conectada con su vida en pareja. Ese es el caso de Alicia, productora de treinta y tantos: “Hace casi 20 años que descubrí que masturbarse era ‘heavy’. Toda un sensación, de esas que recorre el cuerpo y te deja extenuada. Con mi pareja nunca hemos dejado de disfrutar lo que la masturbación nos puede brindar. Es una herramienta más del sexo, que para nosotros se ha convertido en una forma de provocarnos, de decir cuanto nos deseamos, de recordarnos, porque cuando hemos estado lejos por distintas razones, masturbarse pensando en el otro es doblemente agradable”.

“¡Pensar que en algún momento me cuestioné el hecho de disfrutar tanto la masturbación!”, se lamenta Alicia. “Un prejuicio estúpido, una tontera, uno no puede negarse al placer”.

Aunque la mayoría de los entrevistados reconoce haberse iniciado en estas prácticas desde adolescente e incluso de muy niños, hay otros que han descubierto los potenciales del autoerotismo en forma tardía, aunque no por eso con menos potencia.
“Muchas veces me pregunté por qué nunca me había aventurado a darme placer sexual en solitario”, relata Catalina, ingeniero comercial. ”Imagino que pudieron ser trancas con el tema, pero la respuesta consciente siempre era ‘qué fome, esto me gusta de a dos’. Pero a los 35 años me reencontré por mail con un antiguo conocido que ahora vive fuera del país. Llevaba tres años de separada y no había mantenido ninguna relación. Comenzamos a cartearnos, a enviarnos fotos, y un buen día terminamos hablando abiertamente de sexo. Decidimos entonces que tendríamos una relación sexual -porque no era sentimental- a la distancia”.

Según Catalina, ese fue “el verano más ardiente que he vivido. Pedro me escribía dos líneas y yo no podía trabajar... vivía en un estado permanente de excitación, nunca había tenido tanta conciencia de mis genitales. Corría a mi casa en la tarde si él me había anunciado telefonearme, y me preocupaba de estar sola. Él dirigía todos mis movimientos sobre mi cuerpo y me sugirió comprar también un consolador. No había tenido un mal sexo en mi vida, pero ignoraba que las sensaciones autoprovocadas también podían ser casi igual de intensas. La relación terminó, pero me quedó el consolador. No lo he usado más de tres veces en 10 meses, pero la experiencia ha sido siempre muy satisfactoria”.

“Me gusta más que exista otro”, reconoce Catalina, “pero la verdad es que a veces el llamado de la carne es fuerte. Hace unos meses tuve un romance breve que me sirvió para percatarme de que en pleno acto podía yo también ayudar autoestimulándome. De hecho, logré orgasmos que no había conseguido antes, en años, en una posición determinada”.

El sexo no es cosa de niños. No exclusivamente. Nos acompaña durante toda nuestra vida y la masturbación es parte de ella. Y es que en la sexualidad y el erotismo, como en toda actividad humana, uno nunca termina de aprender.

TESTIMONIO: HISTORIA DE AMOR EN SINGULAR

“Nunca fui una niña muy activa en lo sexual, aunque me pasaban cosas como a todo el mundo. Pero la masturbación no estaba entre mis hábitos. Creo que ni siquiera sabía bien cómo se hacía. Recuerdo sí que la calentura y las sensaciones raras en la vulva estaban. O sea, alguna vez me restregué contra el brazo del sofá y fue placentero. Pero de orgasmos, nada de nada todavía. Eso vino más tarde”.

“Las cosas comenzaron, aunque parezca contradictorio, en pareja. Sé que el acto onanista, es en sí mismo un placer individual, algo que se hace solito. Pero bueno, a mí me pasó que lo descubrí en pareja. Fue mi primer compañero sexual quien me incentivó en el tema. A él le gustaban los juegos y me introdujo en ellos, algo que agradezco. Así empecé a convertir la masturbación en un juego erótico con él: hacerlo juntos, vernos el uno al otro, hacérnoslo mutuamente. Hacerlo mientras hablábamos por teléfono cada uno en su casa. Muy entretenido”.

“Con el tiempo, me alejé de esa pareja, pero hubo cosas que se quedaron conmigo. La masturbación fue una de ellas. Hoy podría decir con propiedad que para mí masturbarme es un placer que me doy y disfruto plenamente”.

“Me gusta ver televisión y comenzar suavemente a tocarme, casi sin pensar en ello, hasta que se vuelve imperiosa la necesidad del orgasmo y apago la tele, para concentrarme plenamente en mi sexo, mi placer, mis fantasías y acabar una y otra vez. Una cosa que tengo clara es que el placer de masturbarse no tiene directa relación con la falta de sexo, ni con la ausencia de pareja. Puede estar presente teniendo una vida sexual activa y placentera. En otras palabras, el pajero es pajero solo o acompañado”.

“Una infidencia: he de confesar que me gusta poner mi sello en los lugares que visito. Todo comenzó hace hartos años, cuando aún era veinteañera y un día me bajaron las ‘ganas’ en horario laboral. Como estaba prendida y no había forma de remediarlo, partí al baño de mujeres de la oficina y me masturbé sentada en la taza del W.C. Lo hice en silencio, con los ojos cerrados, fantaseando con escenas eróticas poco convencionales. Fue mi primera vez. De ahí en adelante, perdí el pudor y creo que son pocos los baños compartidos que se han salvado. Incluso esos donde hay varias casetas y sólo te separa de las otras mujeres una puerta de lata. Es un juego entretenido, con adrenalina y muy placentero”.

Adelaida, profesional, 36 años.
(Publicado originalmente en La Nación Domingo, 19 de octubre de 2003)

lunes, 14 de diciembre de 2009

APOLOGIA DEL CINE EROTICO



Desconocer el nexo sensual entre el espectador y la pantalla es no entender la química básica del cine. Contemplar un cuerpo desnudo, un beso, una caricia, un espasmo de goce o dolor, es parte del ritual pagano que el cine ha logrado hacer suyo desde hace ya mas de cien años. Desvelar los cuerpos y aún las almas de los personajes que vemos en la pantalla es una energía movilizadora, como lo es siempre el Eros, entendido como parte natural de la condición humana. No como un instinto pecaminoso del que hay que avergonzarse.
Porque el arte es transgresión, cada cierto tiempo surgen títulos y autores, que marcan un hito en el desarrollo de las libertades humanas. A causa del erotismo, el cine, ha sido acusado de irreverente, ofensivo, pornográfico, inmoral y antisocial. Pero ha servido para derribar tabúes, despejar fantasmas, burlar censuras y destruir falsas concepciones sobre el individuo.
Monsieur Foucault dijo -a diferencia de lo que se cree-, que el sexo No es algo de lo que no se habla. Al contrario, se habla y mucho. Y que tanto discurso sobre el sexo es una forma de represión de la sexualidad individual realizada por la cultura misma. Mmm. Permítanme disentir.
Pongámoslo así: hay cosas de las que nunca está de más hablar. Que lo que se dice, nunca es suficiente. Sobre todo cuando muchas veces se hace en forma superficial. Cuando la cháchara oculta la verdadera ignorancia sobre un tema. Cuando se disfraza el miedo con la chacota.
Así que si le dicen que el sexo y el erotismo son tema trillado. Que matan la magia y le misterio. Que es un tema sobrevalorado y sobreexplotado por los medios de comunicación. No importa. Nunca es suficiente.
Siempre será oportuno revisar los Buñuel, Pasolini, Bertolucci, Oshima, Tinto Brass, Russ Meyer, Almodóvar o Walerian Borowycz que desnudan la existencia humana a través del sexo.
Y revisar títulos más recientes como: “Lucía y el sexo”, de Medem; “Intimidad”, de Chereau; “Mentiras”, de Jang Sun Woo; “Romance”, de la Breillat; “9 songs”, de Winterbottom; o “Shortbus”, de J Cameron Mitchell.
Mejor pasar por sexópata que pecar de reprimido.

Daniel Olave M. Periodista. Relator taller de SEXO, CINE Y SOCIEDAD (Cine Hoyts La Reina. Del 7 de noviembre al 12 de diciembre).
Publicado originalmente en revista "Rompiendo el silencio" (Diciembre, 2009)